La mujer metálica que fabricó Fritz Lang para "Metrópolis" era una especie de monstruo, signo de que la modernidad nos deshumanizaba, de que las máquinas nos iban a ganar la batalla. Era un ser sin corazón, una copia perversa de la bella protagonista original.
Conozco a otra mujer metálica, la princesa de hojalata, que estos días rebosa tristeza. Sería mejor llamarla la princesa de gelatina, porque puede ponerse a temblar en cualquier momento. Pero no hay que preocuparse, sé que dentro de poco volverá a ser de acero, o mejor aún, de diamante, que es el material más duro y resistente que existe. Y también el más hermoso.
3 comentarios:
Touchée
muy buena la imágen! y el texto igual
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