martes, 27 de junio de 2006

Taller de chapa y pintura


La mujer metálica que fabricó Fritz Lang para "Metrópolis" era una especie de monstruo, signo de que la modernidad nos deshumanizaba, de que las máquinas nos iban a ganar la batalla. Era un ser sin corazón, una copia perversa de la bella protagonista original.

Conozco a otra mujer metálica, la princesa de hojalata, que estos días rebosa tristeza. Sería mejor llamarla la princesa de gelatina, porque puede ponerse a temblar en cualquier momento. Pero no hay que preocuparse, sé que dentro de poco volverá a ser de acero, o mejor aún, de diamante, que es el material más duro y resistente que existe. Y también el más hermoso.

miércoles, 26 de abril de 2006

La ciudad


La semana pasada un amigo me dijo que estaba triste porque había terminado el último libro de Paul Auster, Brooklyn Follies. Dos días más tarde yo también lo acabé y despedí a Nueva York hasta otra ocasión. Con los libros de Auster sucede que los leemos rápidamente porque queremos saber a dónde nos llevan esos maravillosos personajes, y cuando los terminamos, se nos queda una sensación de vacío que el siguiente libro tiene muy difícil llenar. Nunca he estado físicamente en Nueva York, pero creo que la conozco bien, gracias a Woody Allen, a Paul Auster y a mi madre, que estuvo allí hace 15 años y me hizo vivir sus recuerdos como si fueran míos.