miércoles, 26 de abril de 2006

La ciudad


La semana pasada un amigo me dijo que estaba triste porque había terminado el último libro de Paul Auster, Brooklyn Follies. Dos días más tarde yo también lo acabé y despedí a Nueva York hasta otra ocasión. Con los libros de Auster sucede que los leemos rápidamente porque queremos saber a dónde nos llevan esos maravillosos personajes, y cuando los terminamos, se nos queda una sensación de vacío que el siguiente libro tiene muy difícil llenar. Nunca he estado físicamente en Nueva York, pero creo que la conozco bien, gracias a Woody Allen, a Paul Auster y a mi madre, que estuvo allí hace 15 años y me hizo vivir sus recuerdos como si fueran míos.

4 comentarios:

francisco aranguren dijo...

Hola Selma. Te visito como amigo de Princesa de Hojalata. Precisamente estoy leyendo ahora el libro de Auster (también leí el de las ilusiones). Ayer me encontré un pasaje que quiero incluir en un post: dice uno de los personajes, refiriéndose a su hija (que no le habla por algo que él le dijo), algo así como que un día, en una ocasión dijo algo divertido y su hija, después de comprobar que no se estaba riendo de ella, rió también. Y que ese momento de risa compartida era quizás el único que podría recordar entre ellos...tengo una hija. ¡Que doloroso es no reír juntos! ¿Por qué entiendo tan bien al personaje de Auster? Un padre quiere reir con su hija y una hija debería reir con su padre...En realidad, como ves, estoy pasándolo muy bien leyéndole. Estuve en Nueva York y, lo que son las cosas, los recuerdos principales son las ardillas y las camareras hispanas. Es (sobre todo) una ciudad humana y vivible (contra lo que me esperaba). Un saludo y espero que te pases por mi blog.

Selma dijo...

Hola Francisco: Me alegra que la Princesa me traiga a visitantes interesantes como tú. Espero que amplíes en tu blog el tema de las ardillas, ahí hay una historia. Lo de las camareras hispanas veo que es habitual, también le impactan a Nathan en el libro. Tengo ganas y no ganas de ir a Nueva York, no quiero que me decepcione! Ahora mismo me voy de excursión a tu blog.

princesadehojalata dijo...

Hola Selma, yo sin haber estado en Nueva York (me gustaría poder decir: todavía), he paseado por sus calles un montón de veces. Casi llego a oler los hot dogs del puesto de comida de la esquina de la quinta con la diez... Y todo eso gracias, entre otros a Paul Auster y sus atractivas ojeras. Un beso.

paulina y marco dijo...

duele más no reírse de nueva york, con ardillas y mapaches y la risa de la hija en nueva york y no recordarla